martes, 26 de abril de 2011

Españoles y portugueses buscan fortuna en sus antiguas colonias


Miles de personas protestan el 12 de marzo del 2011 en la Avenida Libertade de Lisboa …

España y Portugal fueron por décadas un imán que atrajo a inmigrantes pobres de sus antiguas colonias. Ahora se está produciendo una corriente histórica inversa y estas naciones colonizadoras ven cómo legiones de jóvenes frustrados emigran a los viejos dominios en busca de una vida mejor.

La deuda y el desempleo están alterando los tradicionales patrones migratorios y haciendo que una generación de profesionales formados en el Viejo Mundo intente vivir la buena vida en continentes que alguna vez menospreciaron.

Los portugueses están buscando fortuna en Angola y Mozambique, así como en Brasil, donde escasean los ingenieros en momentos en que el país se prepara para organizar la Copa Mundial de fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016 en Río de Janeiro. Los españoles, por su parte, se encaminan hacia sus antiguas colonias de Latinoamérica.

Si bien los analistas dicen que es difícil medir la escala de esta nueva emigración porque todavía no se dispone de estadísticas oficiales, hay algunos datos revelatorios.

El Observatorio de la Emigración de Portugal dice que la cantidad de portugueses anotados en los consulados de Brasil subió de 678.822 en el 2009 a 705.615 el año pasado. Y la cantidad de permisos de residencia concedidos por Mozambique a portugueses en el 2010 fue de casi 12.000, un 13% más que en el año previo.

Los registros electorales españoles, por otro lado, indican que unos 30.000 españoles emigraron a Argentina entre junio del 2009 y noviembre del 2010, lo que representa un 11% más que en el mismo período el año previo. Unos 6.400 fueron a Chile (un aumento del 24 y 6.800 a Uruguay (aumento del 16%).

En España, donde una de cada cinco personas no tiene trabajo, las oportunidades que ofrece Latinoamérica son un poderoso imán para quienes vieron sus carreras interrumpidas por la recesión.

"Los mercados emergentes son los sitios donde hay trabajo", expresó Jorge Borges, ingeniero civil portugués de 35 años.

Desalentado por la falta de oportunidades en Portugal, país con un enorme endeudamiento, Borges cruzó la frontera hace cinco años y aprovechó el boom de la construcción en España.

Pero ahora se desmoronó también la economía española y Borges se quedó sin trabajo. Por ello, quiere emigrar de nuevo, pero no a Europa, sino a Brasil o Angola.

"En la primera oportunidad que surja, me voy", declaró Borges en Zaragoza, donde espera el momento de emigrar.

Brasil ofrece atractivos especiales pues está reclutando muchos ingenieros civiles y arquitectos para que trabajen en las obras públicas que tiene por delante. Brasil, por ejemplo, planea invertir 200.000 millones de dólares en infraestructura energética. Su economía creció un 7,5% en el 2010 y se espera que se expanda más de un 5% anual hasta el 2014.

"Todos quieren irse a Brasil", afirmó Carlos Matias Ramos, presidente de la asociación nacional de ingenieros de Portugal. "Son mayormente gente joven".

España lleva dos años de recesión desde que estalló la burbuja inmobiliaria. Portugal, en tanto, tiene un desempleo del 11,2% y una deuda monumental.

Irlanda y Grecia, otros dos países muy endeudados, e incluso Francia e Italia, también reportan un aumento en la emigración de profesionales jóvenes.

"Los primeros que se van (en épocas de crisis) son siempre las personas que tienen talentos apetecidos", dijo Demetrios Papademetriou, presidente del Instituto de Políticas Migratorias de Washington, quien dirige el grupo de estudios migratorios del Foro sobre la Economía Mundial.

La emigración de profesionales jóvenes es "una de las consecuencias de la crisis" que vive Europa, señaló Papademetriou.

Agregó que en su opinión el contener la emigración de talentos jóvenes es casi tan importante como combatir el endeudamiento.

"Están perdiendo gente que podría ayudar a salir de la crisis o que será necesaria para la recuperación", expresó Papademetriou en una entrevista telefónica.

El arquitecto español Xavier Casas bien podría ser una de esas personas. Cerró su empresa en Barcelona hace un año ante la falta de trabajo y se fue con su esposa argentina Luciana a Rafaela, ciudad a 530 kilómetros (330 millas) al norte de Buenos Aires.

"Tenemos mucho trabajo aquí", manifestó Casas, quien tiene 31 años. Agregó que el continente "está floreciente".

Marta López Tappero, experta en migraciones de la agencia de reclutamiento internacional madrileña Adecco, dice que para los españoles Latinoamérica ha pasado a ser un El Dorado moderno.

Relata que el español emigrante típico es hombre, de entre 25 y 35 años, muy calificado, sobre todo en ingeniería, arquitectura o tecnología de la información.

En una inusual admisión pública de los problemas económicos de España, el rey Juan Carlos aludió al tema durante una reciente ceremonia de entrega de becas para jóvenes que irían a estudiar al exterior.

"Deseo que cuando podáis volver haya más puestos de trabajo y podáis estar aquí, porque os necesitamos en este momento mucho en España", expresó el monarca.

La modesta economía portuguesa no está en condiciones de darle trabajo a la generación más educada de su historia.

Unos 60.000 profesionales no tienen trabajo y muchos más tienen empleos sin futuro, con sueldos ínfimos.

Un tema reciente del grupo musical Deolinda que expresa el malestar de los jóvenes fue ampliamente distribuido en la internet. La canción, llamada "Qué tonta que soy", enumera sus quejas y su frustración de tener que vivir con sus padres luego de haber estudiado por años.

El tema se transformó un verdadero himno de profesionales veinteañeros sin trabajo, que lo usaron para convocar a manifestaciones de protesta que congregaron a más de 100.000 personas en una docena de ciudades portuguesas en marzo.

Uno de los organizadores de la movilización, Alexandre Carvalho, de 25 años, dice que quisiera poder trabajar en Portugal, pero que probablemente termine yéndose al exterior.

La emigración portuguesa no es un fenómeno nuevo. Alvaro Santos Pereira, investigador de la Universidad Simon Fraser de Canadá, calcula que entre 1998 y el 2008 emigraron unos 700.000 portugueses. Buena parte de ellos se fueron a dos de los países con mayores índices de crecimiento, las ex colonias Angola y Mozambique, donde se habla portugués.

Bernardo Marques, ingeniero eléctrico de 32 años, se radicó en la capital angoleña Luanda hace un año, atraído por un trabajo en el que ganaba cuatro veces lo que cobraba en Portugal.

Como tantos emigrantes de todo el mundo, está dispuesto a hacer algunos sacrificios con tal de ahorrar suficiente dinero como para comprarse una casa y abrir su propio negocio en su país.

Con ese fin, soporta el apestoso olor de cloacas al aire libre, carreteras llenas de pozos, alquileres de viviendas inflados y la pobreza con que tiene que lidiar en forma cotidiana.

Vivir afuera del país, no obstante, se hace más llevadero porque hay tantos portugueses en Luanda, que se encuentran en centros comerciales y restaurantes finos.

"En algunos sitios, te sientes como si estuvieras en Portugal", expresó.

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En este despacho colaboraron los corresponsales de AP Jorge Sáinz (desde Madrid) y Vicente L. Panetta (Buenos Aires).


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