miércoles, 29 de mayo de 2013

El hincha





En 52 años de vida no había ido jamás a ver un partido oficial, pero en menos de un mes va ocho veces a la cancha y celebra el campeonato. "El presidente de la república, de pie, con los brazos en alto -lo saluda José María Muñoz por Radio Rivadavia-, como un simpatizante más del fútbol." Lo felicitan, entre tantos, el embajador holandés Honere van de Vrandeler y también Henry Kissinger. Joao Havelange le cede el honor de entregar el trofeo. La revista Somos, de Editorial Atlántida, le dedica la tapa. "Un país que cambió". Y lo muestra eufórico con los brazos en alto gritando un gol, una imagen célebre del fotógrafo paraguayo Higinio González. También lo pone en tapa la revista La Semana, de Editorial Perfil. Hasta la deportiva El Gráfico abre su edición con una entrevista. "Un hombre de sensibilidad" -lo describe-, que "habla en forma sincera y generosa". La conquista -editorializa a su vez Clarín- permite "borrar las imágenes falaces que se propalan sobre nuestro país en el exterior". "¡No pasa nada/ no pasa nada/ si Videla no sale/ nos quedamos hasta mañana!" La Nación lo muestra en primera plana saludando desde un balcón de la Casa Rosada a unos seis mil estudiantes que corean su nombre. La alegría, dice el dictador, "excede los límites del acontecimiento deportivo" y muestra a "una nación que, en plenitud de su dignidad, se ha encontrado consigo misma". Es junio de 1978. La Argentina es campeona mundial por primera vez en su historia. Jorge Rafael Videla está en su apogeo.
"Fue nuestro mejor momento, pero lo desaprovechamos." El general José Rogelio Villarreal cree que todo hubiese sido distinto si, como él aconsejó, Videla hubiera aprovechado la euforia del Mundial, hubiera ejercido dos años más como presidente civil y convocado a elecciones en 1980. Me lo dice en 2003, en su departamento de la avenida Santa Fe: "De entrada Videla estaba de acuerdo con mi opinión, discutimos hasta los candidatos que podrían presentarse, pero un día llegó de Ejército y me dice que no había plafón. Eso evitó que buscáramos una salida política que pudo haber sido negociada, porque en ese momento teníamos fuerza. Cuando uno está afuera le dicen «pero cómo, en Uruguay se arregló, Brasil se arregló, Chile se arregló y los únicos que no pudieron arreglar fueron ustedes» ". Villarreal, que murió en 2007, atribuyó la caída de su proyecto al ala más dura del Ejército, a la ambición política del almirante Eduardo Massera y al superministro de Economía José Martínez de Hoz, cuyo plan económico, según muchos especialistas, fue la verdadera razón del golpe de Estado de 1976. Quien fuere, me dijo Villarreal, frenó el plan que, según él imaginó, hubiese evitado a la dictadura dar cuenta de sus actos ante la Justicia. Y que acaso hubiese permitido a Videla morir en paz con los suyos. Y no cumpliendo condena en una cárcel común. Solo, sin los aplausos y complicidades de los tiempos felices del Mundial 78.
"Pido a Dios, nuestro señor, que este evento sea realmente una contribución para afirmar la paz." El 1° de junio de 1978, Videla inaugura el Mundial en la cancha de River con un discurso que, según escribe Clarín, "siguió la línea conciliadora y pacifista habitual en el primer mandatario". A su lado, bendice el torneo el arzobispo de Buenos Aires Juan Carlos Aramburu. "A pesar de todo, y contra todos, los argentinos hicimos el Mundial", celebra ese día la revista Gente. Ese 1° de junio, escribió Bernardo Neustadt en Extra, permitió que el mundo viera "la nueva versión del país sin miedo". Mariano Grondona califica con 8.25 sobre 10 puntos el trabajo de la Junta. El mismo día que comienza el Mundial desaparece una veintena de personas. Se ordena el cierre del hospital Rawson. Las Madres dan su ronda en la Plaza de Mayo en soledad. La selección argentina debuta al día siguiente. Videla, hincha lejano de Independiente, va otra vez a la cancha. Baja al vestuario y felicita al plantel por el ajustado triunfo 2-1 ante Hungría. "Perdóneme, señor presidente -interrumpe el preparador físico Rodolfo Pizarotti-, se van a tener que retirar porque tenemos que seguir trabajando. Los jugadores no pueden tomar frío y tenemos que pesarlos a todos." Ese 2 de junio, Martínez de Hoz, multiplicador de la deuda externa, reestatiza la compañía de electricidad Ítalo Argentina. El economista Roberto Alemann le dice a la revista Somos que el ministro de Economía es el argentino más reconocido en el exterior. "Cuando viaja -afirma- tiene un éxito apoteótico."
El equipo económico de Martínez de Hoz se opuso inicialmente al Mundial. Lo consideraba un gasto excesivo. A uno de sus integrantes, Juan Alemann, le explotó incluso una bomba en su casa en el mismo momento en que la Argentina le hacía el cuarto gol a Perú. También el general Villarreal sufrió un intento de atentado. "Mensaje de algún travieso -me dijo en aquella entrevista de 2003-, había alguno que decía que yo tenía demasiada vinculación con el ambiente político." Fue Massera, más ambicioso y más conocedor del impacto futbolero, quien convenció a Videla de que el Mundial había que hacerlo sí o sí. "Podíamos tener ganancias en términos de imagen", aceptó Videla en el libro Disposición final , de 2012. El dictador admitió también que otros sectores de su gobierno querían sacar al DT César Menotti, "considerado de izquierda", pero que él se opuso porque creía que la continuidad era "fundamental". En los vestuarios, Videla recordó que una vez tuvo "un episodio" y citó que Alberto Tarantini se jactó en una entrevista de haberle dado la mano, pero después de enjabonarse los genitales. "Una tontería, nada grave", dijo Videla. Una sola vez visitó un vestuario rival. El de Perú. Antes del polémico 6-0 y acompañado por Kissinger, ex secretario de Estado de Estados Unidos, invitado especial de la dictadura al Mundial. Habló a los jugadores peruanos de la "hermandad sudamericana". "No lo podíamos creer. Fue terrible. Algunos más jóvenes -me dijo hace tiempo el entonces jugador Juan Carlos Oblitas- pudieron haberse sentido intimidados y dejaron de cambiarse para escucharlo."
Pasó primero el susto del pelotazo final en el palo del holandés Rob Rensenbrink, que podría haber cambiado todo. Pasó también la molestia que le provocó el periodista holandés Frits Barend, filtrado en la cena de clausura del Mundial, que le preguntó por los niños desaparecidos, una lista a la que en esas mismas horas se sumaba Guido, el nieto de Estela Carlotto, que nació al día siguiente del triunfo y que, 35 años después, sigue sin aparecer, como tantos otros. Videla, que llevó sus secretos a la tumba, saludó ese 25 de junio de 1978 en el estadio como relató Muñoz, se adjudicó el éxito según lo describieron las portadas de Somos, La Semana y la entrevista de El Gráfico y recibió felicitaciones de embajadores y de casi toda la prensa. Recibió también una pelota firmada por el plantel campeón. Y River lo declaró "socio honorario". "He quedado tan impresionado -le dijo Havelange- que si me fuera posible determinar la sede para otra Copa diría que fuera la Argentina." El Mundial siguiente se jugó en España, no en la Argentina. El argumento nacionalista de la dictadura para seguir aferrada al poder no fue el fútbol, sino la Guerra de Malvinas. Tampoco estaba ya Videla. Había pasado la fiesta del 78. Cuando el dictador se hizo hincha. Y le decían presidente..

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