La crisis del amor en Japón
Por Boris Leonardo Caro | Blog de Noticias – mié, 30 oct 2013
Los japoneses están hartos de las relaciones sexuales. El amor
romántico ha perdido atractivo entre los nipones, que prefieren las
satisfacciones profesionales y la vida en solitario a las complicaciones
del matrimonio. Y ese hastío no sería tan grave si no empujara al país
del Sol Naciente, como se avizora, hacia un abismo demográfico y
económico.
El llamado “síndrome del celibato” asusta al gobierno de Tokio. Pero
al menos hasta hoy poco han hecho las autoridades para estimular el
crecimiento de las familias, agobiadas por una economía vacilante y el
pesimismo generado por el desastre en Fukushima. Las mujeres tampoco encuentran respuestas al frecuente dilema entre la vida profesional y la maternidad.
Ciertamente la proliferación de la soledad no es un fenómeno
exclusivo de Japón. Según la firma de estudios de marketing Euromonitor
International, el número de hogares unipersonales en el mundo creció de
153 millones en 1996 a 277 millones en 2011. Sin embargo, ningún país
avanza de manera tan acelerada hacia la extinción como el archipiélago
nipón.
Millones de hombres japoneses prefieren el aislamiento a las relaciones humanas (EFE)
El amor caduco
Un sondeo del Instituto Nacional de Investigaciones sobre la
Población y la Seguridad Social (IPSS) de Japón reveló que en 2011 dos
tercios de los hombres solteros y la mitad de las mujeres en la misma
condición, entre 18 y 34 años, no mantenían ninguna relación de pareja.
En un minucioso reportaje sobre el tema, el diario británico The
Guardian citó también otro estudio según el cual la tercera parte de la
población menor de 30 años jamás había tenido una cita.
A esta cadena de sombrías estadísticas se suma una encuesta de la
Asociación de Planificación Familiar de Japón. De acuerdo con los
resultados, el 45 por ciento de las mujeres entre 16 y 24 años no
estaban interesadas o detestaban el contacto sexual. Más de las cuarta
parta de los hombres tampoco se sentían atraídos por el sexo, apuntó The
Guardian.
Y no se trata de que falten estímulos sexuales en Japón, el país de
las famosas historietas pornográficas anime. Los japoneses son más bien
víctimas de un modelo tradicional de familia que se ha vuelto obsoleto.
El hogar integrado por un hombre trabajador con un salario alto y un
empleo seguro, y el ama de casa encargada de la educación de los hijos,
no refleja la realidad ni las expectativas de las jóvenes generaciones.
Por una parte los hombres reconocen su incapacidad de cumplir ese
papel de proveedores, debido al estancamiento de la economía. Sin dinero
para sostener una familia, muchos se refugian en casa de sus padres
–los llamados “solteros parásitos”, cuya cifra se ha triplicado desde
1990—, apuestan por relaciones intermitentes o se sumergen en la
pornografía online y los romances en mundos virtuales.
La mayoría vive en ciudades donde abundan las oportunidades para
personas solas, desde las raciones personales en los supermercados hasta
los hoteles cápsulas, una alternativa de alojamiento individual muy
popular entre los hombres japoneses.
Las mujeres deben decidir entre el desarrollo profesional y la maternidad (EFE)
El dilema de las mujeres
Las mujeres llevan la peor parte en el orden de la sociedad japonesa.
En el citado reporte del IPSS el 90 por ciento de las jóvenes de esa
nación asiática confesó que preferían quedarse solteras a enfrentar lo
que imaginaban sería el matrimonio. Quizás no temen en vano. Los hombres
japoneses apenas dedican una hora diaria a los quehaceres del hogar,
muy por debajo de sus similares en Europa y Norteamérica.
Esa reluctancia a las nupcias no sorprende cuando conocemos que el 70
por ciento de las japonesas no regresa al trabajo después de tener el
primer hijo. Casarse y crear su propia familia representa entonces, para
la mayoría, el fin de sus carreras. Ese tránsito hacia al hogar no se
consuma por mera comodidad, sino por la persistente desigualdad en el
mercado de trabajo nipón.
Si bien las mujeres superan a los hombres entre los graduados
universitarios, ellas son minoría en las carreras de mejores
perspectivas: las ingenierías y las vinculadas con la informática. Japón
clasifica como el peor país de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) en cuanto a la brecha de género.
Pero esta desventaja que sufren las mujeres no solo afecta los
índices demográficos. Según la OCDE, Japón podría incrementar su
Producto Interno Bruto en 20 por ciento en las próximas dos décadas, si
resuelve la disparidad entre hombres y mujeres en el mercado laboral.
Un país en peligro de extinción
Japón ha iniciado ya el descenso hacia el abismo demográfico. El año
pasado la población disminuyó en alrededor de 219.000 personas. Al ritmo
actual se estima que para 2060 el país habrá perdido la tercera parte
de sus habitantes. En esa fecha la pirámide de edades se habrá casi
invertido, con muy pocos niños y demasiados ancianos.
Los expertos se preocupan, y no solo en Tokio. La caída en picada de
la población nipona arrastrará necesariamente a su economía, la tercera
más importante del planeta. En un reciente artículo The Washington Post
auguró que una debacle financiera en Japón, desatada por la crisis
demográfica, podría tener peores consecuencias que la actual crisis
europea.
Y si nos perdiéramos entre tanta estadística y pronósticos sombríos,
bastaría un dato para comprender la gravedad del problema: apenas la
cuarta parte de los japoneses tiene sexo cada semana.
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