El famoso punto del no retorno.
Para aquellos neófitos en el concepto, punto de la trayectoria a partir del cual el volver es más costoso que el seguir.
Ahora, lo interesante a pensar es la situación misma de reconocerce cerca o en el mismo punto de no retorno. Cualquiera puede convenir que el proceso de darse cuenta es toda una iluminación que conlleva un ejercicio pleno de observación, análisis, sinceramiento y un tacto rectal a los sentimientos y finalmente el electrodo que inyecta la patada de lo incierto a defirnirse en el terreno de las corazonadas. Estar ahi al borde, si sigo o me vuelvo.
También un personaje común, de buena gana, puede avisorar diferentes escenarios. Situaciones donde lo aleatorio pareciera jugarse el protagónico (un placibo para los creyentes de la iglesia de la determinación) y de las otras, donde el espacio-tiempo nos da un buen trecho para sopesar todas las variables, sufrir el proceso y decidir, aunque eso implique no decidirse.
La primera categoría necesariamente implica un acotado movimiento, un latigazo a los instintos, la acción o más bien superacción que en un reflejo busca jugarse la salida gloriosa. La inmediata asociación al juego per se no es azarosa, analogía del rápido pensamiento que pasa de la suma del instinto, experiencias, resultados y talento, a extinguirse en el presentimiento. Hasta puede verse como una compresión intensa de lo que se vive en detalle en la siguiente categoría.
La segunda es la cuestión que nos atañe.
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