viernes, 20 de mayo de 2011

Pueblo mexicano se le planta firme al narcotráfico





Enmascarados y armados con rifles, los hombres de este pueblo de montaña hacen guardia junto a barricadas de neumáticos y bolsas de arena, decididos a frenar a leñadores ilegales apoyados por el narcotráfico. Con tal de defender su estilo de vida, libran una batalla inédita contra el reino de terror de los carteles de las drogas de México.


Los indígenas purépecha de este pueblo rodeado de montañas, bosques de pino y zonas de cultivo decidieron hacerse cargo de la seguridad el mes pasado, después de que los leñadores, que según los residentes del lugar están apoyados por secuaces del narcotráfico y por la policía local, mataron a dos lugareños e hirieron a varios más.

"Aquí no hay miedo", declaró un joven con un pañuelo tapándole el rostro y una gorra de béisbol. "Estamos jugando al Goliat contra David porque le estamos haciendo frente al crimen organizado, que no es un elemento menor".

Casi todos los residentes de este pueblo de 16.000 habitantes del estado sudoccidental de Michoacán hablaron con la prensa a condición de no ser identificados por razones de seguridad.

Este tipo de rebeliones son bastante frecuentes en las comunidades indígenas de México, cuyos habitantes exigen mayor autonomía y acusan al gobierno de corrupción y de ignorar sus necesidades. Desde la rebelión zapatista de la década de 1990, muchos pueblos de Chiapas son comunidades casi autónomas, que manejan su propia seguridad.

La rebelión de Cherán es uno de los pocos ejemplos de un pueblo que se levanta contra los carteles desde que el presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva contra el crimen organizado, desatando una ola de violencia en la que murieron al menos 35.000 personas. La mayoría de los mexicanos están demasiado asustados como para hacerle frente al narcotráfico, que ha aterrorizado a la nación con asesinatos en masa y decapitaciones. Algunos pueblos fueron prácticamente abandonados por sus residentes ante la llegada de los narcotraficantes.

El levantamiento hizo que el gobierno nacional enviase soldados y agentes de la policía federal para patrullar los alrededores del pueblo.

La tala ilegal de árboles ha afectado miles de hectáreas y dejado a los purépecha sin madera para sus viviendas, sin medicinas tradicionales y sin poder recolectar resina. Hace menos de dos años, los leñadores comenzaron a aparecerse en caravanas, con individuos armados que los residentes creen pertenecen a La Familia, un cartel de Michoacán.

"La Familia es el grupo que tiene la mayor presencia en la zona. Todo parece indicar que serían ellos, pero no lo podemos afirmar", manifestó David Pena, abogado que ha representado a la comunidad en gestiones ante el gobierno nacional en busca de protección.

Se cree que los leñadores le pagan a elementos del narcotráfico por protección.

Las disputas por los árboles, entre quienes quieren talar indiscriminadamente y quienes dependen de los productos del bosque, han sido una fuente de conflicto en el sudoeste de México por mucho tiempo. El gobierno federal intensificó sus esfuerzos para prevenir la deforestación, realizando redadas y cerrando aserraderos ilegales.

Pero los leñadores se han tornado cada vez más violentos al aliarse con los carteles de las drogas, según Rupert Knox, quien hace investigaciones en México para Amnistía Internacional y ha estudiado la crisis en Cherán.

"La tala ilegal va de la mano con las actividades de las bandas delictivas. Se han metido en ese ámbito y lo controlan con extrema brutalidad y con funcionarios locales corruptos", expresó Knox.

La animosidad estalló en Cherán cuando unos lugareños capturaron a cinco leñadores ilegales que se disponían a llevarse unos árboles el 15 de abril. Dos horas después apareció en el pueblo una caravana de hombres armados para liberar a los detenidos, acompañada por policías de la zona, según Pena y Amnistía Internacional. Un residente recibió un balazo en la cabeza y permanece en estado de coma. Pero los lugareños, mucho más numerosos, lograron ahuyentar a los pistoleros.

En una aparente represalia, los leñadores mataron a tiros a dos habitantes de Cherán e hicieron a otros cuatro que patrullaban el bosque el 27 de abril, de acuerdo con denuncias.

Furiosos, los residentes de Cherán tomaron el cuartel policial y se apoderaron de 18 armas. Levantaron barricadas, con bolsas de arena y neumáticos, cubiertos por carpas. Jóvenes con rifles evitan que la gente salga del pueblo e interrogan a todo aquél que quiere ingresar.

"Queremos paz y seguridad", dice un cartel junto a una barricada.

Se suspendieron las clases en las más de 20 escuelas del pueblo, que atraen alumnos de comunidades vecinas porque se enseña en español y en purépeche. Los menores pasan el tiempo en las barricadas, con los rostros cubiertos por pañuelos, fingiendo que patrullan la zona con armas de plástico.

"Todo está paralizado por temor a que esta organización criminal pudiera atentar contra los niños", declaró un individuo con un pañuelo en el rostro y una gorra negra.

La policía municipal se disolvió. El mayor Roberto Bautista Chapina reportó el robo de armas, pero se mantuvo al margen de las disputas, para no aumentar las tensiones. Dijo que los residentes atacaron al jefe de la estación policial y se llevaron su pistola.

Líderes comunitarios y representantes de la Secretaría del Interior se reunieron el 17 de mayo en la capital estatal de Morelia y acordaron un plan de seguridad a largo plazo, según Pena. El gobierno prometió instalar dos bases afuera del pueblo a las que enviará soldados y policías estatales y federales, que patrullarán la zona y se reunirán semanalmente con líderes comunitarios. Los residentes podrán seguir haciendo tareas de vigilancia dentro del pueblo.

La tala ilegal ha afectado el 80% de las 18.000 hectáreas de árboles que hay en Cherán, indicó Pena.

Cherán lucha por preservar su estilo de vida. Más del 40% de sus residentes emigraron a Estados Unidos, según el gobierno, y las remesas son hoy la principal fuente de ingresos, superior incluso a la agricultura y la venta de resina.

Los lugareños tratan de preservar sus tradiciones. Muchos viven en cabañas de madera con techos de tejas rojas. Las mujeres lucen atuendos tradicionales, incluidas coloridas polleras y blusas.

Los hombres de Cherán dicen que no van a ceder.

"La lucha no es de un mes o de un año. Es de toda la vida", dijo el individuo con la gorra negra. "No creemos que puede haber una solución pronta".

Agregó que espera que otras comunidades se levanten contra el crimen organizado.

"Creemos que es difícil pero no imposible", expresó. "Si en este momento iniciaron aquí en Cherán, talando los montes, pues van a continuar con otras comunidades. Y si no se organizan las comunidades, pues al final van a estar destruyendo todo lo que para nosotros es vida".

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Olson informó desde la Ciudad de México. La reportera de AP Lauren Villagrán colaboró también desde la capital.

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