Son 5.200 por año. Para satisfacer la demanda laboral hace falta casi el doble.
Los 5.200 ingenieros que se reciben por año en las universidades de la Argentina no alcanzan para satisfacer la demanda laboral, que exige casi el doble de profesionales para desarrollar proyectos en diversas áreas.
Esa cifra representa “entre el 10 y 15 por ciento” de todos los graduados en educación superior y significa “ un mal porcentaje ” en términos de crecimiento, según explicó Luis Vaca Arenaza, presidente del Capítulo Formación de Ingenieros para el Desarrollo Sustentable (FIDS) del Congreso Mundial de Ingeniería 2010.
“No podemos decirles a todos que vengan a estudiar Ingeniería pero podemos sembrar para después cosechar y, para eso, tenemos que mejorar las formaciones inicial y media. Se trata de buscar métodos de generación de vocaciones tempranas”, asegura Vaca Arenaza.
Según el presidente de FIDS, “hay muchas disciplinas que conducen a la Ingeniería como la Matemática, que hay que mejorar, fortalecer y modernizar.
También aquellos que tienen afinidad por la música pueden ser brillantes ingenieros ”.
Otro de los motivos del bajo porcentaje de graduados es el temprano arribo al mundo laboral que conduce a los jóvenes a acceder a salarios altos, acelerar ciertas etapas de la vida (como comprarse un auto, un departamento o casarse) y no terminar los estudios, analiza Daniel Morano, Vicepresidente del Capítulo. “Cuando están por alcanzar un ascenso, vuelven a la universidad”, advierte.
Según Morano, quien también es Coordinador del Programa de Calidad de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, cada año ingresan aproximadamente 31.000 alumnos y hay otros 25.000 que adeudan menos de siete materias en las 380 carreras que ofrecen las casas de altos estudios de todo el país.
Además, como también se requieren técnicos, y la reforma educativa de la década del noventa condujo al cierre de las escuelas de oficios, los alumnos de 2º y 3º año de la universidad son absorbidos por las empresas y ya no vuelven a estudiar, explicó el funcionario.
Durante el Congreso también se analizaron cuáles son los principios éticos básicos que deben tener los profesionales en la actualidad, teniendo en cuenta que la ingeniería “es una de las profesiones que más transformaciones produce en la naturaleza”.
Entre las características mencionadas se encuentran, por un lado, el sostenimiento de la excelencia académica y de la rentabilidad económica y, por el otro, la generación de conciencia y respeto por el medioambiente, la ecología, los recursos y la diversidad cultural en consonancia con los objetivos del milenio planteados por la UNESCO. “No puede haber un ingeniero que no sepa esto”, concluyó Vaca Arenaza.
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